La Broma Cósmica

La tristeza

Si echas un terrón de azúcar dentro de un vaso de agua, al principio podrás verlo dentro, flotando y deshaciéndose lentamente. En algún momento se disolverá, y el azúcar será indistinguible del líquido. Pero si lo dejas estar unos días, sin moverlo, el azúcar se quedará pegado al fondo, formando una costra difícil de quitar.

Lo mismo pasa con la mente. Cuando ocurrió, la tristeza estaba delimitada y era palpable. Poco después, comenzó a disolverse, formando un mejunje uniforme. Ahora, un tiempo después, está enquistada bien al fondo.

Ahora se siente como una estaca clavada con fuerza. Está ahí siempre, y cuesta recordar cómo era la vida sin ella.

Como diría Edna St. Vincent Millay, el tiempo no lo cura todo. Si acaso, cambia la manera en la que padeces las cosas. Pero todo sigue ahí, formando una dura capa de roña en lo más profundo de tu ser.