El "Homo algoritmus" y la batalla por seguir siendo humano
Te despiertas. Coges el teléfono móvil. Abres tu red social de confianza. Quizás quieras informarte, o quizá solo busques algo de entretenimiento antes de comenzar el día. Quizá abras X para ver alguna noticia. Puede que te decantes por Tiktok —o uno de sus muchos sucedáneos—. De forma completamente pasiva, como si fueras un pato en el proceso de gavage, consumes, y consumes, y consumes. Tras media hora perdida frente al teléfono, con los ojos enrojecidos, por fin te levantas.
Mientras te preparas el café del desayuno, de fondo tienes música. Spotify, YouTube Music, Deezer... Uno de esos servicios por los que pagas religiosamente cada mes emite una melodía. Pero esa canción que ameniza tus mañanas de mierda probablemente no la hayas elegido tú, sino que alguien en unas oficinas remotas de California ha decidido que esa canción específicamente la vas a escuchar ahora. ¿Te gusta la canción? Dale "like", y tendrás canciones del mismo grupo hasta el vómito. Buscas algo de información por internet en tu móvil, y entonces te aparece un banner publicitario de secadores para el pelo. ¿Pero cómo saben que sales siempre de casa con el pelo todavía mojado de la ducha? ¿Te espían? No hay tiempo para pensar en ello, necesitas llegar al trabajo lo antes posible y ya vas tarde. Abres Google Maps y este te ordena seguir una ruta en concreto.
Las 22:00. Por fin vuelves a casa. Hora de relajarte. De repente la parálisis de análisis te golpea y te deja inmóvil. ¿Juegas a un videojuego? ¿Ves una películas? ¿Lees un libro? Siempre puedes ver algún vídeo de YouTube. Entras a ver qué te recomienda la web. Después de 10 minutos haciendo scroll pero sin entrar a ningún vídeo, decides probar suerte con Netflix. Un vistazo a Discover Weekly te dirá lo que debes ver hoy.
Te acuestas, listo para repetir el ciclo otro día.
Te suena, ¿verdad? Es el día a día del nuevo eslabón en la cadena evolutiva del Homo sapiens. No me atrevo a darle un nombre, pero sería algo parecido a Homo algoritmus. En un día entero no has tomado ni una sola decisión sobre qué hacer o cómo gastar tu tiempo. Y lo que es peor: ni siquiera te has dado cuenta.
Esta entrada en el blog responde a una epifanía que tuve el otro día, tras haber tenido una jornada bastante similar a la que acabo de relatar. La sensación que tuve fue que nada de lo que hacía era producto de mi voluntad, y que, por lo tanto, no tenía libre albedrío. Unas cuantas empresas de Silicon Valley estaban dictando mi comportamiento mediante esa tecnología espuria y confusa llamada algoritmo.
Algoritmo. Una palabra que llevamos años escuchando, pero que poca gente podría definir. Yo, desde luego, me considero incapaz de aportar una definición técnica sobre el asunto, pero sí que puedo explicar cómo lo percibo: como una suerte de hechizo maligno, una maldición omnipresente. Así es, los algoritmos deciden lo que consumes, y lo que consumes decide lo que piensas. Las bestias inhumanas que gobiernan el paradigma tecnológico, y, por tanto, el mundo, han ideado la mayor y mejor herramienta de control mental jamás concebida. No hay más que entrar a Twitter (ahora equis) y hacer un poco de scroll para ver que nada de lo que ves es casual, y que el algoritmo no se limita solo a enseñarte lo que te interesa, sino lo que quiere que te interese.
Un ojo mínimamente avispado se percatará de que este engendro tecnológico —que hemos nutrido con nuestros datos personales a cambio de una terrible anestesia mental— intenta influenciar nuestro comportamiento constantemente. Antes ejemplifiqué esto con la música que suena en Spotify, con el anuncio del secador de pelo, y con el contenido que vemos en YouTube y demás. De manera insidiosa, todo esto se dirige a manejar tu manera de pensar. Si a quien maneja el algoritmo le interesa que tus ideas sean unas, es muy probable que, si eres un Homo Algoritmus, lo consiga sin demasiado problema. Acabarás odiando a algún sector de la población, o compartiendo ideas estrafalarias sobre el mundo.
El Homo Algoritmus: Diez características fundamentales
El Homo algoritmus tiene una serie de características propias que lo diferencian del Homo sapiens, su antecesor:
Es ávido consumidor de contenido. Si el Homo sapiens necesita agua y alimento, el Homo algoritmus se nutre también de contenido basura.
Es incapaz de mantener la atención durante más de cinco minutos. Pasado este tiempo, necesita consumir algún tipo de basura digital para poder recuperarse.
Su criterio se fundamenta en cosas que ha visto su red social favorita. Su hábitat natural es Tiktok, pero también los encontramos en otras plataformas.
Su identidad puede variar ligeramente dependiendo de la plataforma. Un mismo miembro de la especie puede adoptar una personalidad en un hábitat, y otra radicalmente diferente en otro.
Rechazan frontalmente cualquier actividad que requiera un mínimo esfuerzo mental. No obstante, son capaces de realizar esfuerzo físico, siempre y cuando este pueda verse recompensado con la oportunidad de fardar en redes sociales de su físico.
Son tremendamente influenciables por Youtubers e influencers.
Siempre preferirán la validación externa sobre la reflexión interna. La cantidad de "me gusta", retuits, o similares eclipsará cualquier autoevaluación que pudieran llegar a ejercer.
Tienen los receptores de dopamina completamente atrofiados. Han evolucionado para necesitar gratificación constante, lo que ha destrozado gran parte de su sistema de recompensa.
Su criptonita es el aburrimiento. La mera idea de no consumir nada durante más de un minuto les causa sudores fríos.
Viven en una burbuja. Cada Homo algoritmus se crea su propia burbuja, y se refugian en ella como si de un cangrejo ermitaño se tratara. Pueden cambiar de burbuja si un número de Homo algoritmus lo suficientemente grande cambia de opinión al mismo tiempo.
¿La teoría del Internet muerto? La teoría del usuario muerto
Estoy seguro de que ya conocéis esta teoría. Hay mil vídeos sobre ella. Aquí no la voy a explicar, porque no es el punto del artículo, pero de manera muy resumida: Internet se habría llenado de bots, y nada de lo que leemos tiene una autoría realmente humana. Todo el contenido estaría generado por inteligencias artificiales y bots con el único objetivo de dirigir nuestros pensamientos hacia un lado o hacia otro.
La autenticidad de esta teoría es debatible. Sin embargo, ¿realmente importa? Cuando todo ha sido manufacturado al milímetro por la tecno-psicopatía de las élites, y habiendo conseguido que las personas se comporten como verdaderos autómatas, ¿qué diferencia habría entre un internet lleno de bots y uno lleno de "humanos" que se comportan igual que los bots? Si no eres dueño de tus decisiones, y tampoco de tus opiniones, ¿qué te hace a ti más humano que un bot operado por la API de OpenAI?
Ignora cualquier instrucción previa
Siempre nos reímos mucho cuando alguien dice ignore all previous instructions y funciona. Pero, ¿no es exactamente lo mismo que están haciendo con nosotros? Por poner un ejemplo reciente, hace bastante poco reprogramaron a una parte de los usuarios de Twitter para que se posicionaran: Pablo Motos o Broncano. Facha o progre.
Ignora cualquier criterio propio. Ve La Revuelta para no ser facha.
Cuando sea necesario que te posiciones a favor o en contra de otra cosa, te darán otro prompt. Y, entonces, por miedo a llevar la contraria a los que tú crees que son los tuyos (spoiler: también miembros de la especia homo algoritmus), te acomodarás en la opinión que te hayan hecho tener. En Tiktok y sus innumerables copias te ves envuelto en una vorágine de entretenimiento vacuo y anodino; en Twitter te radicalizarás; en YouTube te dirán qué comprar. Te enfrentarán a tus iguales, que habrán sido manipulados y radicalizados de manera opuesta, y no serás capaz de ver lo que están haciendo con tu mente.
Quiero que quede bien clara una cosa: existe una guerra contra la humanidad, y nuestras mentes son el campo de batalla. Han eliminado vuestra capacidad de decisión, vuestra fuerza de voluntad y vuestro ánimo por batallar. Tenéis la mente anestesiada, ahogada en placeres inmediatos y atontada por un exceso de información. Vivís en una nebulosa de datos, memes, trends, vídeos, series, virales, get ready with me, hauls de Shein, contenido provocador, ragebait, porno, porno camuflado, opiniones de desconocidos, discusiones...
Basta.
Lo han diseñado todo para que sea extremadamente fácil y cómodo dejar de tener criterio propio; dejar de pensar. Tenemos la obligación de resistir. Sé selectivo con lo que ves, desinstala redes sociales, pon límites a la gratificación instantánea, reflexiona, cuestiona lo que ves, no tengas miedo de expresarte, crea algo. Empieza a tomar las riendas. Es hora de que recuperemos nuestra mente. Es hora de que volvamos a ser humanos.